Glosa (Seix Barral, 2006)
por Juan José Saer
Francia, 1985
but then time is your misfortune father said.
Para disipar cualquier duda sobre si el lector está leyendo una obra que versa sobre el mecanismo de narrar además de contar una historia, el narrador de
Glosa, la séptima novela del argentino Juan José Saer, empieza su relato con una efusión de incertidumbre precisa: "Es, si se quiere, octubre, octubre o noviembre, del sesenta o del sesenta y uno, octubre tal vez, el catorce o el dieceséis, o el veintidós o el veintitrés tal vez, el veintitrés de octubre de mil novecientos sesenta y uno pongamos --que más da" (13). Dentro de poco, está claro que esta indiferencia irónica al tiempo narrativo ocurre a imitación del argumento de la novela, que se trata de una larga conversación entre Ángel Leto y un conocido suyo apodado el Matemático durante una caminata de veintiuno cuadras en el día de octubre bajo consideración. Dado que el tema principal de la conversación tiene que ver con y sigue regresando a lo sucedido a la fiesta de cumpleaños de un tal Jorge Washington Noriega (y que ni Leto ni el Matemático estuvieron allí), no sorprenderá a uno que esta reconstrucción de los eventos en su turno está basada en las versiones fragmentarias de otros invitados de confiabilidad dudosa. Además de hacer juegos de manos con todas estas cajas chinas con un entusiasmo experimentalista, Saer, o si se quiere, su narrador parlanchín, también llama la atención a las dimensiones humanas de su hilo argumental de manera asombrosa. Por, mientras que la caminata del día del veintitrés de octubre de mil novecientos sesenta y uno sólo dura una hora y veintiuno cuadras
al recordarla, el tiempo está manipulado de tal manera que descubrimos lo que pasa en el año venidero de mil novecientos setenta y nueve también: el año en que un personaje tendrá que refugiarse en Europa a causa de la dictadura militar en Argentina y el año en que el otro personaje va a morir a causa de sus "afiliaciones subversivas". Como una meditación sobre el tiempo y la mortalidad,
Glosa es cálida, divertida y un poco exigente para leer a la vez--pero completamente vale la pena de hacerlo para ver cómo Saer responde al reto de Faulkner ("but then time is your misfortune father said") en la frase de la dedicatoria. Genial. (
http://www.editorialplaneta.com.ar/)
The Sixty-Five Years of Washington (Open Letter, 2010)
by Juan José Saer [translated from the Spanish by Steve Dolph]
France, 1985
but then time is your misfortune father said.
To dispel any doubts over whether the reader might be confronting a work just as concerned with the mechanics of narration as it is with telling its story, the narrator of
Glosa [here unhelpfully titled
The Sixty-Five Years of Washington], the Argentinean Juan José Saer's seventh novel, playfully begins his tale with an outpouring of precision uncertainty: "Suppose it's October, October or November, let's say, in 1960 or 1961, October, maybe the fourteenth or sixteenth, or the twenty-second or twenty-third maybe--the twenty-third of October in 1961 let's say--what's the difference" (3). Before long, it becomes clear that this ironic disregard for narrative time is actually imitating aspects of the novel's plot, which has to do with an extended conversation that takes place between Ángel Leto and an acquaintance nicknamed the Mathematician during a walk of twenty-one blocks on the October day in question. Given that the main thread of the conversation keeps coming back to what took place at the 65th birthday party of one Jorge Washington Noriega nearly two months earlier, a party in which neither Leto nor the Mathematician was even present, it will probably come as no surprise that the reconstruction of what happened is itself based on competing and fragmentary versions of the events as recounted by other partygoers of varying reliability. In addition to laying out this series of nested stories with such experimentalist zeal, though, Saer--or if you prefer, his chatty narrator--also draws attention to the human dimensions of his storyline in a rather impressive way. For, while the
remembered walk of the twenty-third of October of 1961 only lasts one hour and twenty-one blocks, the novel's future time is telescoped in such a manner that another sequence of events zooms in on 1979: the year one character will be found taking refuge in Europe on account of the military dictatorship in Argentina and the year the other character will die on account of his "subversive affiliations." A warm, humorous, and somewhat demanding meditation on time and mortality all at once--but totally worth it to see how Saer picks up the "but then time is your misfortune father said" Faulkner gauntlet that's used in the novel's dedication and then runs with it. Brilliant. (
http://www.openletterbooks.org/)
Juan José Saer (1937-2005)
Retrato del Matemático/Portrait of the Mathematician
Por razones estadísticas, más que de popularidad efectiva, el Matemático se ve obligado, de tanto en tanto, a saludar, ya sea con un ademán rápido, con un movimiento de cabeza, o con alguna fórmula escueta y convencional, a los conocidos que va cruzando --estadísticas que por una parte desfavorecen a Leto ya que, como vive en la ciudad desde hace poco tiempo, tiene muchos menos conocidos que el Matemático, que pertenece a ella ab origenes
, y que por otra parte, desde hace algunas cuadras, considerando el aumento gradual y sistemático del número de peatones a medida que van llegando al centro, acrecientan en favor del Matemático las posibilidades de toparse con conocidos. A decir verdad, únicamente en términos cuantitativos sale favorecido, porque en los planos estético, político, afectivo y emocional, como dicen, ¿no?, y, como dicen también, moral, y si se quiere, y hablando mal y pronto, y como se decía antes, existencial, el Matemático abomina del grueso de sus conciudadanos, en especial los de su propia clase --la burguesía sanguinaria
-- contra la que, desde los ocho o nueve años, un desprecio reconcentrado y un odio inexplicable lo trabajan. A pesar de sus ideas liberales, sus padres contemporizan con jefes y poseedores los cuales, a su vez, por respeto al nombre patricio y, sobre todo, a la extensión de las tierras alrededor de Tostado, toleran en ellos el humanismo liberal, como en otros miembros de su clase la epilepsia o la pederastia.
(Glosa, 96-97)
For statistical reasons, more so than actual popularity, the Mathematician is every so often obliged to greet, whether with a quick gesture, a nod of his head, or in some terse, conventional way, the acquaintances he passes--statistics that on the one hand are disadvantageous to Leto since he has only lived in the city a short while and knows considerably fewer people than the Mathematician, a constituent ab origine, and that on the other hand, for the last few blocks, considering the gradual and systematic inflation to the number of pedestrians as they approach the city center, increase in the Mathematician's favor the chances of bumping into an acquaintance. In fact, in only purely quantifiable terms is he favored, because in aesthetic, political, emotional or psychological terms, so to speak, no?, and on moral--as they say, and if you like, and speaking ill and in haste--and existential levels, as I was saying earlier, the Mathematician loathes a good portion of his fellow citizens, especially those of his own class--the bloodlust bourgeoisie--for whom he has cultivated, from the age of eight or nine, a concentrated contempt and inexplicable hatred. In spite of their liberal beliefs, his parents are friendly with political bosses and landowners who, likewise, in deference to their aristocratic name and, more than anything, to the expanse of land surrounding Tostado, tolerate their liberal humanism, the way they would the epileptics or pederasts in their class.
(The Sixty-Five Years of Washington, translated by Steve Dolph, 77-78).
*E.L. Fay of This Book and I Could Be Friends was less enthusiastic about Saer's work: for "the dissent," see her review from last year here.*