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lunes, 3 de abril de 2023

Mapocho

 

Mapocho (Eterna Cadencia Editora, 2019)
por Nona Fernández Silanes
Chile, 2002

La Rucia y el Indio son hermanos que, después de haber vivido en el extranjero por muchos años, regresan a Chile después de la muerte de la madre.  Al llegar a Santiago, la Rucia deambula por la ciudad en busca de su hermano --el plan: reunirse para tirar las cenizas de la madre en el río Mapocho, "su río" y "su ciudad" según el Indio (16) pero un "conjunto de mojones y basura" según otro tipo (41)-- y se queda en la casa de su infancia ahora casi en ruinas en un barrio ahora casi irreconocible también.  Fausto, un historiador que entre sorbos de whisky afirma que "los muertos viven" y que "él puede verlos" y que uno "puede tocarlos, hablarles y hasta consolarlos si se le acercan a llorar" (107), se encuentra con la Rucia al entierro de sus propios hijos al cementerio, donde las vidas de las dos se cruzan y un panorama de la historia chilena empieza a aclararse en un mundo fantasmal parecido a lo de Pedro Páramo de Rulfo.  Qué estupenda novela esta.  Supondría, por ejemplo, que es un reto de un alto grado de dificultad escribir algo realista en el que personajes muertos hablan de "morir y no saberlo" (130) o se quejan a la Virgen que "los vivos y los muertos se nos están mezclando y tú sabes que eso no es bueno.  Caminan por las mismas calles, rezan en las mismas iglesias, algunos hasta conversan entre ellos sin respetar los límites divinos.  Ya nadie entiende nada aquí abajo, es una verdadera casa de putas" (200).  Yo también me imagino que no pudo haber sido fácil lidiar con las falsedades y las mentiras particular a la historia oficial de Chile en una breve obra de ficción, pero Fernández (Santiago de Chile, 1971), que en el epílogo de 2018 describe la génesis de Mapocho como una foto de tres cadáveres encontrados "tirados en la orilla del río" en septiembre de 1973 (231), tiene éxito más allá de todas las expectativas con la ferocidad y la rabia de su prosa  --"La mentira tiene alas y vuela como un buitre, ronda sobre la carroña y se alimenta de los que no saben, los que no ven o no quieren ver" (171); "La mentira respira, huele, chilla, vive como un ratón del Mapocho alimentándose de la mierda, contaminando, expandiendo la enfermedad, pudriéndolo todo, creando más mentira, mintiendo sobre mintiendo, enredando, confundiendo, cahuineando" (172).  Inquietante al enésimo grado pero un golazo estilísticamente y temáticamente hablando.

Nona Fernández Silanes

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