miércoles, 27 de septiembre de 2017

Mientras la ciudad duerme. Pistoleros, policías y periodistas en Buenos Aires, 1920-1945


Mientras la ciudad duerme.  Pistoleros, policías y periodistas en Buenos Aires, 1920-1945 (Siglo Veintiuno Editores, 2012)
por Lila Caimari
Argentina, 2012

Un ensayo perspicaz y bastante jugoso sobre la Buenos Aires de los años veinte y treinta desde la perspectiva del "gremio ladronesco" del crimen (40).  Caimari, investigadora del CONICET y historiadora y docente de la Universidad de San Andrés de Bs. As., mantiene que el aumento de los delitos violentos en la capital, frente a "la comparativa moderación estadística...de delitos tradicionales" y/o no violentos en ese período de tiempo, servió para confirmar la certeza pública "de una calle cada vez más insegura" a través de unos "golpes de potencia estimulante y evocativa absolutamente novedosa" llevados por la difusión del automóvil, del revólver y otras herramientas modernas (31).  La proliferación de la pistola automática y, más tarde, la ametralladora entre criminales criollos como el Pibe Cabeza, Chicho Grande o --mi apodo favorito-- un tal Mate Cocido, por ejemplo, fue vista por porteños obedientes a las leyes como algo relacionado con la importación de bienes y valores extranjeros como se puede ver en esta editorial extraña publicada en La Nación: "Las leyendas de la edad primitiva hacían intervenir a los dioses para crear la espada, la creación del revólver parece obra de un norteamericano que tiene prisa" (53).  En otra parte, Caimari señala un cambio en el estilo de reportaje sobre el crimen, notando que "en la medida en que se interesa más en el espectáculo del delito que en su verdad"  --o en la presentación de "sucesos de cinematográficos aspectos"-- "la narración fotográfica de la prensa" se convirtió en "una suerte de 'alcaponización'...del transgresor local" en el que "este transgresor preocupa menos que su performance" en cuanto a "la nueva fabricación de celebridad" del "pistolero-estrella" (63-64 & 74-75).  Un libro interesante, lleno de citas de Arlt y Borges, que incluye algunas reflexiones sumamente irónicas sobre la nostalgia de un bajo fondo antiguo en Buenos Aires y en otros lugares de hoy: "Cuenta el bandoneonista José Libertella", escribe Caimari, "que para publicitar su espectáculo en París, en 1981, Le Monde lo describía como un espectáculo de 'treinta y tres artistas del bajo fondo de Buenos Aires'" (157).  Pues, ¡que viva el bajo fondo!

Lila Caimari

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