por Norah Lange
La Argentina, 1950
Personas en la sala, una especie de sueño febril supuestamente basado en el retrato de las hermanas Brontë pintado por su hermano Branwell en 1834, es una novela rara e inquietante, por no decir fascinante. La narradora, una chica de diecisiete años en el momento de los eventos narrados, pasa casi todo su tiempo vigilando a la casa de enfrente en su calle de una zona tranquila de Belgrano, o espiando a o imaginando lo que pasa con los tres rostros borrosos visibles detrás de las ventanas de la casa vecina. Un día, ella y las tres hermanas aisladas se conocen. ¿Son éstas tres solteras inofensivas o "son tres criminales" o "tres aventureras" como especula la chica con la gran imaginación (31 & 50)? ¿Realmente existen las tres o es la narradora mentalmente enferma como ese chico en El impostor de Silvina O'Campo? ¿O, en su lugar, es el relato un homenaje simbólico al impulso creativo con la narradora jugando el papel del artista que tiene el poder de la vida y la muerte sobre los personajes del cuadro? Aunque es difícil decir con certeza con una obra tan hermética, estoy a favor de esta última hipótesis. No olviden que Branwell Brontë, como la narradora, tenía exactamente diecisiete años cuando pintó el retrato de sus hermanas y que es su rostro borroso y fantasmal, reemplazado por un pilar blanco, que efectivamente desapareció de su propio cuadro. En todo caso, Lange se destaca por haber escrito un texto abierto y estilísticamente desestabilizador en el que las declaraciones de la narradora ("¡Están muertas! ¡Están muertas! ¡Yo las vi muertas!" [116]), las imagenes de pesadilla de un caballo muerto y algunas reflexiones morbosas sobre "escuchar venas abiertas" o suicidarse con veronal conviven con momentos de ternura (ojo: momentos ocasionales de ternura) en cuanto a las cuatro personajes que habitan este mundo enclaustrado y claustrófobo. Un librazo.
Norah Lange (1905-1972)
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