por Mario Vargas Llosa
Perú, 1969
"¿En qué momento se había jodido el Perú?" se pregunta Santiago, que tiene 30 años, al principio de Conversación en La Catedral. ¿Y en qué momento se había jodido el personaje? Aunque las respuestas a estas dos preguntas sólo vendrán después de 700 y pico páginas, los lectores que desfrutan de un estilo narrativo poco tradicional y/o una experienca de lectura más interactiva de lo normal van a estar encantados con el resultado. Por supuesto, Vargas Llosa no permite muchas alternativas: es una dura y exigente novela política, ambientada en el Perú de los cincuenta bajo la dictadura militar de general Manuel Apolonario Odrías, que se narra con diálogos y monólogos interiores más que la exposición. Además, los pensamientos y las palabras de los personajes vienen en transiciones tan rápidas y repentinas que siempre hay que estar alerta a quién está formulando las preguntas y respuestas. La experiencia, embriagadora cuando uno se acostumbra al estilo, es como escuchar dos conversaciones, uno hablado y el otro pensado, a la vez. Dado el acercamiento elíptico y fragmentario que se usa a lo largo de la novela, probablemente debo mencionar que la Catedral del título es un bar de obreros donde el periodista Santiago y un viejo conocido suyo que se llama Ambrosio tienen una conversación más y más borracha. En su turno, esta conversación conduce a una teleraña de otros recuerdos e historias interconectados que examinan la decadencia económica y moral del Perú y, por extensión, de Latinoamérica. Aunque su retrato de la corrupción y de la atapía, del racismo y de la conciencia de clase puede ser demasiado pesimista para algunos, me gustó Conversación en la Catedral a causa de su visión intransigente y, especialmente, su estilo narrativo experimental. Un libro especialmente bueno para los que, como yo, no tienen ningún interés en el realismo mágico. (http://www.puntodelectura.com.mx/)
Conversation in the Cathedral (Harper Perennial, 2005)
by Mario Vargas Llosa [translated from the Spanish by Gregory Rabassa]
Peru, 1969
"At what precise moment had Peru fucked itself up?" the 30-year old Santiago asks himself at the very beginning of Conversation in the Cathedral. And at what precise moment had the character fucked his own life up? Although the answers to these two questions come something like 600 bleak pages in the making, readers who appreciate a non-trad storytelling style and/or a reading experience more interactive than usual may find a treat in store for themselves here. Of course, it's not like they really have any choice--Vargas Llosa's dark and demanding political novel, mostly set in 1950s Peru during the military dictatorship of General Manuel Apolinario Odría, is long on dialogue and interior monologues and short on exposition. What's more, the characters' words and thoughts are often presented in such quick, abrupt transitions that you have to scramble to stay on top of who's asking the questions and who's answering them. The end result, highly intoxicating once you get used to it, is akin to eavesdropping on two conversations, one spoken and one comprised of the individual's (or individuals') thoughts, at the same time. Given the elliptical, fragmentary approach employed throughout the novel, I should probably mention that the Cathedral of the title refers to a working class bar in Lima where an increasingly drunken conversation between the newspaperman Santiago and an old acquaintance named Ambrosio leads to a spider's web of interconnected memories and stories exposing some of the reasons for Peru's--and by extension, Latin America's--economic and moral decline. Conversation in the Cathedral's vivid portrayal of corruption and apathy, racism and class divisions, and the sense of defeat that pervades a work in which the central metaphor is that of life as a brothel may be too strong for some; however, I embrace its uncompromising vision and, especially, its experimental style. In other words, a nice palate cleanser for anyone sick and tired of hearing about magical realism. (http://www.harperperennial.com/)
Mario y Patricia Vargas Llosa
Desde la puerta de La Crónica Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú? Los canillitas merodean entre los vehículos detenido por el semáforo de Wilson voceando los diarios de la tarde y él echa a andar, despacio, hacia la Colmena. Las manos en los bolsillos, cabizbajo, va escoltado por transeúntes que avanzan, también, hacia la plaza San Martín. Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál? Frente al Hotel Crillón un perro viene a lamerle los pies: no vayas a estar rabioso, fuera de aquí. El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución. Ve una larga cola en el paradero de los colectivos a Miraflores, cruza la plaza y ahí está Norwin, hola hermano, en una mesa del Bar Zela, siéntate Zavalita, manoseando un chilcano y haciéndose lustrar los zapatos, le invitaba un trago. No parece borracho todavía y Santiago se sienta, indica al lustrabotas que también le lustra los zapatos a él. Listo jefe, ahoritita jefe, se los dejaría como espejos, jefe.
(Conversación en La Catedral, 15)
***
From the doorway of La Crónica Santiago looks at the Avenida Tacna without love: cars, uneven and faded buildings, the gaudy skeletons of posters floating in the mist, the gray midday. At what precise moment had Peru fucked itself up? The newsboys weave in and out among the vehicles halted by the red light on Wilson, hawking the afternoon papers, and he starts to walk slowly toward Colmena. His hands in his pockets, head down, he goes along escorted by people who are also going in the direction of the Plaza San Martín. He was like Peru, Zavalita was, he'd fucked himself up somewhere along the line. He thinks: when? Across from the Hotel Crillón a dog comes over to lick his feet: don't get your rabies on me, get away. Peru all fucked up, Carlitos all fucked up, everybody all fucked up. He thinks: there's no solution. He sees a long line at the taxi stop for Miraflores, he crosses the square, and there's Norwin, hello, at a table in the Zela Bar, have a seat, Zavalita, fondling a chilcano and having his shoes shined, he invites him to have a drink. He doesn't look drunk yet and Santiago sits down, tells the bootblack to shine his shoes too. Yes, sir, boss, right away, boss, they'll look like a mirror, boss.
(Conversation in the Cathedral [translated by Gregory Rabassa], 3)
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