La sed (Blatt & Ríos, 2020)
por Marina Yuszczuk
Argentina, 2020
La literatura vampiresca no es lo mío, pero me gustó este page-turner sangriento sobre una vampira suelta en la Buenos Aires decimonónica y otra mujer solitaria (¿un interés amoroso? ¿solo otra víctima?) en la actual capital cuyos caminos se encuentran en la segunda mitad de la novela. Basta decir que, entre algunas escenas saturadas con charcos de sangre y otras dedicadas al "vómito negro" y el "gran cementerio de putrefacción" que era Buenos Aires en el tiempo de la fiebre amarilla (64), Yuszczuk se aprovecha de su tema para desatar una serie de llamativas descripciones sobre la melancolía (en un momento, se nota "una tristeza infinita, como un lago" en los ojos de la criatura de la noche principal [255]), el paso del tiempo ("Quizás la perfección para ocultar la muerte sea la victoria más contundente de este siglo" [66]) y las tumbas y bóvedas del imperio de la muerte ("Este es el cementerio más antiguo de la ciudad, y el único que conserva para la muerte la elegancia de otra época. Un sueño de mármol hecho con dinero, el de las familias ricas. Solo los que podían comprar su derecho a la poesía de la muerte están acá; para los otros, las fosas comunes o las piedras desnudas que sellaron definitivamente su insignificancia sobre la tierra" [12]). Un libro copado, más estilo La condesa sangriente que el gótico en cuanto a su retrato de la violencia, pero quizás lo más memorable por una sensibilidad perfumada con una gravedad inesperada y desesperada.
Marina Yuszczuk
(foto: Anita Bugni)