miércoles, 3 de octubre de 2012

Facundo. Civilización y barbarie

Facundo.  Civilización y barbarie (Cátedra, 2005)
por Domingo Faustino Sarmiento
Argentina, 1845

En la primera de sus dos excelentes entradas sobre Facundo del lunes y del martes, Tom de Wuthering Expectations hizo ver que la obra de no ficción de Sarmiento acerca del choque de culturas entre la "civilization (Buenos Aires and a few outlying cities) and barbarism (the Pampas)" ["civilización (Buenos Aires y unas ciudades periféricas) y barbarie (las Pampas)"] en las guerras civiles de Argentina a mediados del siglo XIX es tan "imaginatively rich" ["imaginativamente rica"] que el libro parece haber anticipado ambas la novela del dictador de Latinoamérica y la futura no ficción latinoamericana del siglo XX como Los sertones de Euclides de Cunha.  Aunque el concepto de Tom en cuanto a lo que significa ser "imaginativamente rica" pueda ser distinto del mío, me gustaría adoptar esa idea como un punto de partida para subrayar varias cosas que me entusiasmaron en Facundo.  Primer de todo, para un fanático del lenguaje, es difícil negar el gran impacto del ritmo de la prosa declamatoria de Sarmiento: "¡Sombra terrible de Facundo", fulmina contra su adversario muerto en la introducción, "voy a evocarte, para que sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo!  Tú posees el secreto: revélanoslo" (37-38).  Si quizá un poco pomposo, en torno al estilo esto no es sólo un recurso retórico: la biografía de Juan Facundo Quiroga (1788-1835), el símbolo del "gaucho malo" por excelencia, y las diatribas políticas en contra del tirano Juan Manuel de Rosas (1793-1877), otro caudillo gaucho que --según el autor-- es culpable por arruinar al país, hierva de la cólera del exiliado Sarmiento frente a la memoria de los varios crímenes violentos de los hombres.  En medio de las letanías casi sin fin escritas sobre el mal, las cuales frecuentemente se leen como las más sencionales de las biografías imperiales romanas de Suetonio, Sarmiento de vez en cuando ofrece algunos momentos tranquilos como la aparencia de los rayos sobre la Pampa (una escena maravillosamente transformada por César Aira en su novela corta del año 2000 Un episodio en la vida del pintor viajero) o algunos ejemplos de análisis político como éste donde se describe Argentina como un país a caballo de un pasado iletrado (con raices en la cultura de los gauchos) y de un futuro civilizado políglota (anclado a una visión idealizada de la cultura europea): "En la República Argentina se ven a un tiempo dos civilizaciones distintas en un mismo suelo: una naciente, que sin conocimiento de lo que tiene sobre su cabeza, está remedando los esfuerzos ingenuos y populares de la edad media; otra que sin cuidarse de lo que tiene a sus pies, intenta realizar los últimos resultados de la civilización europea: el siglo XIX y el XII viven juntos; el uno dentro de las ciudades, el otro en las campañas" (91).  Si, como la mayoría de ustedes, no conozco la historia argentina del siglo XIX suficientemente bien para saber si o cuando Sarmiento esté exagerando las cosas para probar algo, no importa tanto dada su destreza "cuentística" como historiador.  De hecho, en un prólogo a una edición de Facundo imprimida en 1974 por la Librería "El Ateneo" Editorial en Buenos Aires, Jorge Luis Borges incluso afirmó que "el Facundo erigido por Sarmiento es el personaje más memorable de nuestras letras" (véase Borges, Prólogos con un prólogo de prólogos [Buenos Aires: Torres Agüero Editor, 1975], 138).  ¿Tenía razón el juicio de Borges?  Una anécdota desde el capítulo XII de Facundo, el último de cuatro capítulos en sucesión que se llaman "Guerra social", le permitirá que uno puede juzgarlo por si mismo (ojo: te evitaré los detalles subsiguientes en cuanto a los cadáveres y el cementerio).  Es el mes de noviembre del año 1831.  Facundo, el llamado "Tigre de los Llanos", ha justo obtuvo un triunfo en un Tucumán caracterizado como "el edén de América" (266); naturalmente, él está preparando a matar a todos los prisioneros enemigos como de siempre.  Sin embargo, "una diputación de niñas rebosando juventud, candor y beldad" se dirige hacia él; "vienen a implorar por la vida de los oficiales del ejército que van a ser fusilados".  Contra todas las expectativas, Sarmiento nos dice, "Facundo está vivamente interesado, y por entre la espesura de su barba negra alcanza a discernirse en las facciones la complacencia y el contento".  Las esperanzas de las niñas en cuanto al "piadoso fin que se han propuesto" parecen prometedoras cuando Facundo pasa una hora entera "interrogarlas una a una", preguntándolas de sus familias y otros detalles personales.  Pero "al fin", Sarmiento escribe, Facundo "les dice con la mayor bondad: ¿No oyen ustedes, esas descargas?  ¡Ya no hay tiempo!" (268-269)


Facundo: Civilization and Barbarism (University of California Press, 2003)
by Domingo Faustino Sarmiento [translated from the Spanish by Kathleen Ross]
Argentina, 1845

In the first of his two excellent posts on Facundo from Monday and Tuesday, Tom of Wuthering Expectations made the point that Sarmiento's nonfiction classic about the clash of cultures between "civilization (Buenos Aires and a few outlying cities) and barbarism (the Pampas)" in Argentina's mid-19th century civil wars is so "imaginatively rich" that it seems to have anticipated both the Latin American dictator novel and early 20th century Latin American nonfiction like Euclides da Cunha's epic Rebellion in the Backlands.  Even though Tom's conception of what's "imaginatively rich" may well differ from my own, I'd like to borrow that idea as a starting point to jot down several of the things that made Facundo such a gripping read for me.  First of all, for a language freak, it's hard to deny the raw power of Sarmiento's declamatory cadences: "Terrible specter of Facundo," he thunders at his dead adversary in the introduction, "I will evoke you, so that you may rise, shaking off the bloody dust covering your ashes, and explain the hidden life and the inner convulsions that tear at the bowels of a noble people!  You possess the secret: reveal it to us!" (31).  While maybe over the top, this isn't just an over the top rhetorical device--Sarmiento's biography of Juan Facundo Quiroga (1788-1835), the symbol of "the bad gaucho" par excellence, and his political diatribes against the tyrant Juan Manuel de Rosas (1793-1877), another gaucho strongman whom Sarmiento claims has brought the country to its knees, veritably seethe with the exiled Sarmiento's wrath at the pair's various violent crimes.  In between the seemingly unending litanies of evil, which often read like some of Suetonius' more lurid imperial Roman biographies transplanted to the Río de la Plata region a mere two millennia later, the pugilistic stylist and would-be political scientist Sarmiento occasionally slips in a quiet moment like an arresting nature scene about lightning storms on the Pampas (wonderfully transfigured by César Aira in his 2000 novella An Episode in the Life of a Landscape Painter) and many more or less thoughtful attempts at political analysis such as this one where he depicts Argentina as a country caught in between an unlettered past (rooted in South American gaucho culture) and a lettered, polyglot future (anchored to an idealized vision of European immigrant culture): "In the Argentine Republic we see at the same time two different societies on the same soil: one still nascent, which, with no knowledge of things over its head, repeats the naive, popular work of the Middle Ages; another which, with no regard for things beneath its feet, tries to attain the latest results of European civilization.  The nineteenth and the twelfth centuries live together: one inside the cities, the other in the country" (70).  If, like most of you, I'm not nearly familiar enough with 19th century Argentinean history to know when Sarmiento might be exaggerating about events to prove a point, that matters little from an entertainment standpoint given the immediacy of Sarmiento's "storytelling" abilities as an historian.  In fact, in a prologue to a 1974 edition of Facundo put out by the Librería "El Ateneo" Editorial in Buenos Aires, Jorge Luis Borges even went so far as to claim that "el Facundo erigido por Sarmiento es el personaje más memorable de nuestras letras" ["the Facundo erected by Sarmiento is the most memorable character in our literature"] (cf. Borges, Prólogos con un prólogo de prólogos [Buenos Aires: Torres Agüero Editor, 1975], 138).  Was Borges correct in his assessment?  A random anecdote from Chapter XII of Facundo, the last of four chapters in a row called "Society at War," might allow you to decide for yourself--although I'll spare you the coda about the executed soldiers' bodies being dragged off to the cemetery.  It's November of 1831.  Facundo, the so-called "Tiger of the Plains," has just won a resounding victory at the Edenic Tucumán and is preparing to kill off all the defeated enemy prisoners as usual.  However, "a delegation of young girls brimming with youth, innocence, and beauty" approach him and "come to plead for the lives of the army officers who were going to be shot."  Against all expectations, Sarmiento tells us, "Facundo was keenly interested, and from amid the thickness of his black beard, contentment and complacency could be discerned on his features."  The sobbing girls' hopes for mercy are raised as Facundo questions them one by one for a full hour, asking questions about their families and inquiring about other personal details in a friendly and respectful manner.  "At last," however, Sarmiento writes, "he said to them with the greatest affability: 'Do you hear those shots being fired?'  It was too late!" (180-181).

Sarmiento,1852

Es inaudito el cúmulo de atrocidades que se necesita amontonar unas sobre otras para pervertir a un pueblo, y nadie sabe los ardides, los estudios, las observaciones y la sagacidad que ha empleado don Juan Manuel Rosas para someter la ciudad a esa influencia mágica que trastorna en seis años la concienca de lo justo y de lo bueno, que quebranta al fin los corazones más esforzados y los doblega al yugo.  El terror de 1793 en Francia era un efecto, no un instrumento.  Robespierre no guillotinaba nobles y sacerdotes para crearse una reputación, ni elevarse él sobre los cadáveres que amontonaba.  Era un alma adusta y severa aquella que había creído que era preciso amputar a la Francia todos sus miembros aristocráticos, para cimentar la revolución.  "Nuestros nombres", decía Dantón, "bajarán a la posterioridad execrados, pero habremos salvado la República".  El terror entre nosotros es una invención gubernativa para ahogar toda conciencia, todo espíritu de ciudad, y forzar al fin a los hombres a reconocer como cabeza pensadora el pie que les oprime la garganta; es un despique que toma el hombre inepto armado del puñal para vengarse del desprecio que sabe que su nulidad inspira a un público que les es infinitamente superior.  Por eso hemos visto en nuestros días repetirse las extravagancias de Calígula, que se hacía adorar como dios, y asociaba al Imperio su caballo.  Calígula sabía que era él el último de los romanos a quienes tenía, no obstante, bajo su pie.  Facundo se daba aires de inspirado, de adivino, para suplir a su incapacidad natural de influir sobre los ánimos.  Rosas se hacía adorar en los templos y tirar su retrato por las calles en un carro a que iban uncidos generales y señoras, para crearse el prestigio que echaba menos.  Pero Facundo es cruel sólo cuando la sangre se le ha venido a la cabeza y a los ojos, y ve todo colorado.  Sus cálculos fríos se limitan a fusilar a un hombre, azotar a un ciudadano: Rosas no se enfurece nunca, calcula en la quietud y en el recogimiento de su gabinete, y desde allí salen las órdenes a sus sicarios.
(Facundo.  Civilización y barbarie, 261-262)
*
It is incredible how many atrocities must be piled up, one on top of the other, to pervert a people.  And no one knows the ruses, the studying, the observations, and the sagacity that Don Juan Manuel Rosas has used to subject the city to that magical influence, which in six years completely changed consciousness of what is just and right, which finally broke the hearts of the bravest and bowed them to the yoke.  The Terror in France in 1793 was not a means, but an effect.  Robespierre didn't guillotine nobles and priests to create a reputation for himself, or to elevate himself on top of the bodies he piled up.  He was an austere, severe soul who thought that all of France's aristocratic limbs had to be amputated in order to cement the revolution.  "Our names," said Danton, "will go down in posterity as execrable; but we will have saved the Republic."  Terror among us is an invention of government to choke all conscience, all spirit of the city, and finally to force men to recognize as a thinking brain the foot squeezing their throat.  It is the satisfaction taken by an inept man armed with a dagger to avenge the scorn he knows his nullity inspires in a public infinitely superior to him.  This is why we have seen repeated in our times the extravagances of Caligula, who had himself adored as God and made his horse an associate in the empire.  Caligula knew that he was the lowest of the Romans, whom he had, nevertheless, under his foot.  Facundo gave himself an air of inspiration, of clairvoyance, to supplant his natural incapacity to influence minds.  Rosas had himself worshipped in churches and his image pulled through the streets on a cart, to which generals and ladies were yoked, to create the prestige he lacked.  But Facundo was cruel only when the blood had risen to his head and his eyes, and all he saw was red.  His cold calculations were limited to shooting a man, to whipping a citizen.  Rosas never goes into a fury; he calculates in the quiet and seclusion of his study, and from there, the orders go out to his hired assassins.
(Facundo: Civilization and Barbarism, translated by Kathleen Ross, 176)

Leí Facundo con Tom como parte de un proyecto mío que se llama "The Argentinean Literature of Doom" ["La literatura argentina de la pesada"].  Los enlaces a los post de Tom se pueden encontrar abajo.//I read Facundo with Tom as part of my "Argentinean Literature of Doom" project.  Tom's posts are linked to below.

If the reader is bored by these thoughts, I will tell him about some frightful crimes - some early Argentinean literary doom

How do you think it's going?  In Chile!  And on foot! - Sarmiento's anatomy of the gaucho


11 comentarios:

  1. It more and more sounds like a granddad not only of ALoD but also of The Dictator's Handbook and How to Rule the World.

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    1. I didn't go into it in my post, Rise, but it was a little chilling seeing how many of Rosas' strong-arm, crack down on dissent tactics seemed to have been borrowed by the Dirty War generals in the 1970s and 1980s. Maybe Facundo was an inadvertent dictator's handbook indeed...

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  2. The book is a rhetorical masterpiece. Sarmiento's rhetoric can get in the way of his argument. Tocqueville has more control and is able to develop long, complex arguments, while Sarmiento cannot seem to help interrupting himself. His fragments of argument are suggestive, though, and later writers (and perhaps later dictators) have had good fun with them.

    I completely ignored the crucial "civilization = Europe (and the U.S.)" idea. There is some sort of reaction to Napoleon's example that I do not quite understand, but the important thing is that Facundo and the gauchos reject not just constitutions and the rule of law, but also European clothes and European military tactics.

    Arlt inverts all of this - his books are entirely urban and have no problem with Europe, but it is the Europe of Baudelaire and adventure novels. Or perhaps by his time the Buenos Aires "civilization" is so deeply intertwined with the Pampas "barbarism" that there is no longer any distinctio.n.

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    1. I found Facundo to be a way juicier read than I had anticipated, Tom, largely on account of his language use and his choice of anecdotes (as I think you also mentioned in one of your posts). I agree that he's often easily distracted from an argument standpoint, but I'll cut him some slack given his less than ideal conditions while preparing the text and the fact that so much of Facundo made me want to reread Euclides da Cunha again--never a bad thing. Your Arlt comment is really funny considering that both of his parents were European immigrants; I'm not sure that Mad Toy or The Seven Madmen were what Sarmineto would have had in mind as proof of Europe's civilizing influences, but I'm guessing that Sarmiento wouldn't have been happy about the way "gaucho culture" established itself as an integral part of Argentinean identity well after the civil wars had ended either!

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  3. There are going to be some works - those kinfe-fighting Borges stories, for example - that I bet will look a little different now that I have read Facundo.

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    1. You're probably right. For my part, I think this is prob. a good time to sit down with El gaucho Martín Fierro at last + I have some juicy Sarmiento criticism lined up to dip into and out of for a little while. Whoa, did I really just say "juicy Sarmiento criticism"? No wonder I'm so out of step with the U.S. book blogosphere--present company excluded, of course!

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  4. new name to me richard many thanks for the full inro to him ,all the best stu

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    1. Sorry for the delay in getting back to you, Stu, but I really enjoyed reading this one both for its prose and for its impact on later Argentinean literature. Cheers!

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  5. Hola, Richard! ¡Qué valiente y paciente por dedicarte a leer este libro! Lo genial de Facundo es el instalar la dicotomía de "civilización y barbarie", con la figura de Facundo y Rosas -los gauchos- como los malos de la historia, que creáse o no, sigue siendo un poco así, al menos en la Argentina: Europa culta -o EUA- y la ignorante incivilización, en este caso la de los llamados "negros": indígenas, inmigrantes del litoral o de países limítrofes, pobres. Es bastante parecido a lo que ocurre en los demás países latinoamericanos, dicho sea de paso. Hay muchos pasajes transformados de la Iliada en Facundo, esto también está bueno. Supongo que Aira, al reescribir partes del Facundo -como hace Sarmiento con la Iliada-, en realidad lo está homerizando, es decir, ubicándolo como fundador de la civilización Argentina, igual que tomamos a Homero como fundador, al menos del mito, de la civilización europea; hay un juego aquí bastante interesante. El Facundo es, creo, ante todo, una novela. Es a la vez muchas cosas, pero por sobre todo es un panfleto contra Rosas, como dice Felipe Pigna. Utilizar el término non-fiction es incorrecto con el Facundo, pues es una obra de ficción, muchas de sus partes son completamente inventadas, aunque hecha mano de un personaje histórico, y está lleno de reflexiones tipo sociológicas, históricas, etc. , que la hacen un poco posmoderna en el formato, pero no en la intención.
    Es, dicho sea paso, un libro que a mí me aburrió siempre demasiado.
    Del siglo XIX hay otro autor que no sé si leíste, que es un absoluto genio: Machado de Assis. Es de primera fila, como dicen, con Tolstoi, Stendhal, Henry James y Flaubert de compañeros. ¡Es uno de los genios! Bueno, te mando un abrazo

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    1. ¡Hola Ever! Primer de todo, gracias por el comentario y perdona la demora en responderte. En segundo lugar, tengo que decirte que tu comentario me fascina en dos o tres respetos: 1) Siempre he pensado en Facundo como una obra de "non-fiction" en el sentido que es una obra biográfica y/o sociológica a pesar de su lado polémico y a pesar de los prejuicios evidentes de Sarmiento. Tu juicio, en particular tu comentario que Facundo es una "novela" y "una obra de ficción" es algo nuevo para mí; sin obstante, justo leí algo parecido en un libro que criticó la obra de Sarmiento para la cantidad enorme de mentiras que contiene. En resumen, te agradezco por llamar la atención a este punto. ¡Interesante! 2) Aunque yo sí había notado algunas de las re-escrituras de Facundo por parte de Aira, no había notado la presencia de La Iliada en la obra de Sarmiento (o al menos, no hasta el punto que vos decís). Por eso, la imagen de un Sarmiento "homerizando" en Facundo me parece muy interesante también. Por cierto, voy a pensar en esto si releo el libro en el futuro. 3) Lo que dices sobre los prejuicios de lso argentinos de hoy en día en cuanto a los conceptos de "civilización y barbarie" es triste, pero no me sorpresa tanto al considerar los prejuicios raciales o los prejuicios de los adinerados contra los pobres de mis propios conciudadanos. Yo estoy de acuerdo con muchos de los valores de Sarmiento expresados en Facundo, pero me gustó la obra por su retórica y por la fuerza de su lenguaje. En todo caso, gracias por compartir sus pensamientos sobre un libro que te aburrió tanto. PD: He leído dos novelas (y la mitad de una tercera) de Machado de Assis, mi favorito siendo Las memorias póstumas de Brás Cubas. Es muy genial, de acuerdo. ¡Saludos!

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    2. Para aclarar, intenté decir que "no estoy de acuerdo con muchos de los valores de Sarmiento expresados en Facundo, pero me gustó la obra por su retórica y por la fuerza de su lenguaje" (hice un error imperdonable por encima). Uy...

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