por Edgardo Cozarinsky
Argentina, 2004
Una muy buena novela, narrada con reserva y sin sensacionalismo alguno a pesar de su título y materia, relacionada con la inmigración judía a la Argentina del temprano siglo XX. El argumento se centra en un joven investigador sin nombre, cuya búsqueda de información en cuanto a una obra de teatro de los años treinta llamada El rufián moldavo lo conduce a descubrir que muchas de las mujeres judías que llegaron al país desde la Europa Oriental al principio del siglo pasado fueron patrocinadas por la sociedad Zwi Migdal -- una organización tenebrosa supuestamente dedicada al "socorro mutuo" de la comunidad ídish-hablante pero en realidad dedicada a la explotación de mujeres a través de la prostitución forzada. ¿Cómo podía haber sido un éxito una obra como El rufián moldavo en un tiempo cuando según se afirma Roberto Arlt se presenció "la resistencia" de la comunidad judía en carteles bonaerenses que decían "no se atiende a rufianes" en los negocios y "prohibida la entrada a rufianes" en los teatros? (Las citas vienen de la página 47, pero no sé si ellas constan de hechos.) La respuesta dada por el narrador, que en algún momento dice que su pesquisa fue guiada por su "temperamento detectivesco" (143), se encuentra menos en los archivos dedicados al teatro en ídish y más en una serie de historias familiares presentaba por "personajes y ambientes para mí más novelescos que cualquier ficción impresa" (46). Por ejemplo, la hija del dramaturgo de El rufián moldavo explica que "la colectividad estaba en pie de guerra contra [los de Zwi Migdal]: después de la Semana Trágica del '19, cuando grupos nacionalistas salieron a matar judíos por las calles del Once y de Almagro mientras la policía miraba hacia otro lado". ¿La razón? "Era urgente mantener limpia la reputación de la paisanada: ni comunistas que querían repetir la revolución rusa a orillas del Plata, ni proxenetas" (119). Lo irónico de todo esto es que, en manos de Cozarinsky, la novela, en vez de parecer como una obra de ficción cualquiera, se parece más a o una crónica narrada por su "detective" archivesco o una obra híbrida en cuanto a su mezcla de ficción e historia. Por lo menos, la obra de Cozarinsky me recuerda a W.G. Sebald por lo que se refiere a los fantasmas de la historia del siglo XX aunque la siguiente descripción, sobre una muchacha que llegó a la Argentina sabiendo cómo "escribir una sola palabra: Zsuzsa, su nombre" (53), sea más directa que el alemán en cuanto a la vida de "un cuento de hadas malignas" (91) de algunos entre el elenco de la oleada migratoria: "Está enferma, tose y no sabe el nombre del mal que pocas semanas más tarde acabará con su vida" (62). Recomendada.
Edgardo Cozarinsky
Sobre todo empezó, poco a poco, a hablar. Al principio, de las casas donde tocaba, en Bahía Blanca, en Coronel Pringles, en Ingeniero White. De él mismo, más tarde. A veces ella no entiende todo lo que dice, pero se da cuenta de que esas confidencias no las regala a cualquiera. Así se ha enterado de que Samuel nació en Buenos Aires: fueron sus padres los que llegaron desde el otro lado del mar; tienen una colchonería en Paternal y lo echaron de casa cuando aprendió a tocar el bandoneón en vez de seguir las clases de violín que el padre le pagaba. "El bandoneón es tango y el tango es mala vida." Samuel se ríe, pero Zsuzsa le ve en los ojos mucha tristeza cuando cita la frase de ese padre tan respetuoso de la música a pesar de ser medio sordo, sobre todo de un violín que, aunque apenas pueda oírlo, sabe que es el único instrumento para un chico judío decente... (En Tarnopol, aprendiz en el taller del abuelo, se había perforado con una aguja de colchonero el oído derecho para escapar a la conscripción obligatoria en el ejército imperial.)
(El rufián moldavo, 57-58)
This sounds very pertinent to what's going on today. There is a lot of similar stories of women coming from Eastern Europe to Ireland. Cozarinsky sounds like an interesting filmmaker, too. Have you seen any of his films?
ResponderBorrarI haven't seen any of Cozarinsky's films yet, Séamus, although I'd like to try and get a hold of one to sit down with by the end of the year. Unfortunately, the subject matter covered in this novel (available in translation as The Moldavian Pimp as you might already know) does sound all too "pertinent" given the human trafficking stories that seem impossible to avoid these days.
ResponderBorrar